lunes, 8 de agosto de 2011

EXIJO UN ORGASMO…. Vive la Petite Mort!!!




¿Se imaginan vivir en la época medioeval, en la que el orgasmo, -sobre todo el femenino, porque el masculino era fundamental para la preservación de la especie- era considerado cosa del demonio? Ya que era justo en ese momento en el que Don Sata, entraba en nuestros cuerpos apoderándose del feto, mal formándolo o enfermándolo; explicando luego así,y con toda lógica que, un niño malformado al momento de nacer, era hijo de una madre “mañosina”. 

O, ¿Haber nacido en esas tribus en las que la mutilación clitoriana, es parte de la cultura y asegura hembras fértiles, dedicadas y fieles?


Los antiguos griegos le daban un alto valor al orgasmo, ya sea que éste se alcanzara a través de la masturbación o del sexo homo- o heterosexual; en Egipto, tenía gran significación ritual en la fiesta de Isis; mientras que los romanos, lo reservaban sólo a los hombres, siendo tildado de impotente aquel varón que ayudara a su esposa a “llegar” con técnicas como el cunnilingus. 


Bendita la hora, bendito el lugar y bendita la época en la que he nacido. ¡Me reafirmo!

Sin embargo, en varias culturas - entre ellas la griega y la romana - se ha encontrado evidencia de objetos de forma fálica que auxiliaban a la mujer a alcanzar tal privilegio. (Los primeros se encontraron en Pakistán. 4.000 a. C).  

ORGASMO POR PRESCRIPCIÓN MÉDICA

En el viejo continente, por su parte, no fue sino hasta el siglo XV, que los médicos europeos concedieron, a través de un manual, que las mujeres con "histeria" (por ejemplo, nerviosidad y dolores de cabeza) pudieran conseguir el orgasmo.


 

Prácticas que disminuyeron en el Siglo XIX cuando empezaron a comercializarse de nuevo, aparatos como los primeros vibradores; mientras que paralelamente, la literatura medicinal mencionaba varias veces al orgasmo femenino y lo describía - erróneamente - como necesario para una concepción exitosa. Mientras que en Francia ya era común la expresión la petite mort, la muerte pequeña, para referirse a éste.



Pero, no es sino, hasta en la época actual que, el Orgasmo, como tal, adquiere un reconocimiento Non Plus Ultra.

EXIJO MI ORGASMO

Pues sí;  ¿Quién iba a imaginarse que hace 4 años, los mal pagados orgasmos de la fogosa esposa del brasilero Arimateio Dantas, natal del pueblo de “Esperantina”; lo llevarían a tomar una iniciativa que, en su ejecución, reivindicaría a tantas mujeres del planeta, (devolviéndoles la “Esperantina”) cuyos placeres carnales eran sólo conocidos en tinta y papel; y vistos casi, casi, como una utopía perfecta en el ring de las cuatro perillas?



Y es que existe cierto grupete de “machos”, que creen que el cuerpo femenino es en efecto un campo de batalla en el que llegas, te atrincheras, te acomodas, ametrallas unas cuantas veces y disparas. Así ¡Zas! Sin más ni más, a discreción, dejando a su contraparte, sudada (con sudor ajeno, por supuesto), frustrada, y preguntándose si es ella la del problema, y dónde quedó el “Galán” que hizo lo indecible para llevarla a la cama.


Y tal parece ser que éste era el caso del pobre Arimateio, quien seguramente cansado de las quejas, mal humor y reclamos de su esposa insatisfecha; tuvo la genial idea de proponer al Consejo de su ciudad crear el día dedicado a estimular el placer sexual femenino en su máxima expresión. Iniciativa que fue aceptada, seguramente con vítores femeninos y reclamos de los pobres hombres a los que, una ley  “obligaba” a esforzarse en la cama, hasta que sus mujeres alcanzaran el clímax. 

CONSOLADOR CON GARANTIA

Pero como fuera, la iniciativa fue pronto puesta en marcha, tanto que ya se celebra en varios países del Mundo. En Noruega, aparece en el calendario con numerito rojo de feriado, como para calentar motores; mientras que en Dinamarca es un día de celebración OBLIGATORIA; lo que significa que el hombre que “no cumple” con llevar a su mujer, su amante, su calentado o su trampa al paraíso del Orgasmo, es multado con un año de abstinencia vigilada por una voluptuosa y excitante mujer policía.  Como para pecar.

Incluso, en Noruega, una marca de juguetes sexuales ha lanzado para esta fecha un  consolador con garantía: si no se consigue el orgasmo antes de 14 días, devuelven el dinero.

Ocurre que el Día Internacional del Orgasmo vocifera el derecho a celebrarlo al máximo, con o sin pareja, tanto así que algunos sitios para mujeres se han dedicado a publicar consejos para tener esta noche un orgasmo asegurado. 





Y es que si hablamos de cifras, estas simplemente alarman. En Estados Unidos una de cada dos mujeres no llega al orgasmo durante sus relaciones sexuales y en México, los datos son más duros: El 80 % de las mujeres no alcanzan el clímax y datos similares se repiten en el resto de Latino América. Perú, no se queda atrás. Y es que muchas veces, los orgasmos son fingidos cuando a la contraparte le importan; y cuando no, no interesan. Simplemente, nunca lo hicieron.

Hombre: Pregunta, preocúpate, encárgate.
Mujer: Comunícate. El Orgasmo No se regala, se busca, se crea, se genera...
La comunicación es pieza clave, lo es todo.
Y para ambos, por supuesto, se disfruta.



CONSEJOS QUE ENCONTRÉ 

No te olvides de los preliminares. Déjate llevar por las caricias y los besos antes de entrar de lleno a la acción.
Deja atrás el estrés: Las preocupaciones son el enemigo central del sexo; el stress puede inhibir que tu cuerpo sienta. Deja atrás los malos pensamientos y concéntrate en sentir.
Que no te ataquen los complejos: No te fijes en si tienes una llantita por acá o celulitis por allá, en vez de eso siéntete una diosa.
Postura ideal: Elegir la postura ideal es un buen comienzo para un exitoso final, recuerda que cada relación es diferente.
Mantén actitud activa: No lo dejes todo en manos de tu pareja.
Respira: No te ahogues, ya que el orgasmo, físicamente, es un seguido de contracciones musculares rítmicas y, para que comience, los músculos deben estar perfectamente oxigenados.
Añade: Exaltación emocional y morbo, recreando fantasías entre los dos o en solitario en tu mente”. 
Habla sinceramente con tu pareja, no te va a querer menos cuando sepa lo que te pasa.
Enséñale las cosas que te gustan. Ya sé que algunos hombres se sienten mal si se les corrige sus actuaciones, pero la mayoría agradece mucho la información.
No le permitas penetrar hasta que no te sientas a punto.
Busca tu orgasmo antes de la penetración, la fase refractaria femenina, es decir, ese tiempo después del orgasmo y antes del relax, es suficientemente larga para que él obtenga su placer y durante este tiempo tú… quizás… repitas.




DATOS SOBRE EL TEMA:



·        .Sigmund Freud, uno de los pioneros del psicoanálisis, jugó un rol importante en el establecimiento de la sexualidad como objeto de estudios científicos serios. Según él, la tensión sexual (libido) incumplida era la responsable de las enfermedades psicológicas, mientras que desde la subliminación de ésta resultaban los logros culturales del hombre. Sin embargo, Freud no le concedió demasiada importancia al orgasmo mismo.
·        A partir de mediados de la década del 1920, el alumno de Freud, Wilhelm Reich investigó la capacidad de alcanzar el orgasmo. En 1927 escribió la primera monografía sobre el tema, La función del orgasmo. En este trabajo propuso utilizar la potencia orgásmica como indicador para la salud mental, basándose en sus experiencias como terapeuta y estudios empíricos.
·        En el año 2004, una encuesta alemana reveló que la mayoría de las mujeres no distinguían orgasmos "clitorales" de orgasmos "vaginales", solamente mencionaban diferencias respecto al tipo de estimulación, pero no respecto a la vivencia del orgasmo. Esto va conforme con estudios recientes que todos los orgasmos son producidos por el clítoris.
·        Un estudio publicado el 11 de junio de 2005 en el magazín New Scientist que probablemente la capacidad de alcanzar orgasmos femenina es influenciada por los genes. Las encuestadas habían sido mellizas, y se encontró una importante correlación en las parejas de hermanas respecto a su capacidad de alcanzar orgasmos por medio del coito y por medio de la masturbación.




jueves, 2 de junio de 2011

MUJEREANDO EL MUNDO: TIC TAC, TIC TAC… ESE RELOJ BIOLOGICO

MUJEREANDO EL MUNDO: TIC TAC, TIC TAC… ESE RELOJ BIOLOGICO

TIC TAC, TIC TAC… ESE RELOJ BIOLOGICO


No sé, si les ha pasado de pronto, que mientras de chiquillas ante la pregunta de si querías tener hijos, decías: “No, todavía no”; “Eso no es para mí”; o “Me gustaría, pero, algún día, aún no”; hasta que una tarde cualquiera, descubriste con sorpresa cómo instintivamente te acariciabas la panza, mientras veías un escaparate de bebés. Era el famoso reloj biológico dando la hora y restregándote en la cara –minuto a minuto- que los días y con ellos, los años, pasan y pasan para una buena maternidad.
Tremendo martirio, sobre todo, si aún sigues besando sapos; sí, ya sé, me dirán que existe la opción de la inseminación artificial o la adopción. Puntos totalmente válidos.
 Pero el tema es que nuestros óvulos tienen nuestra misma edad…
En este punto, recuerdo bien que en algunas ocasiones me habían dicho que era muy difícil que yo pudiera concebir, que necesitaría un tratamiento de fertilidad por haber esperado tanto.
Demasiado joven o demasiado vieja
En este tema, o se es demasiado joven o demasiado vieja, y me pueden decir, ¿Cuál es la edad correcta? Y, hay algo de malo en que una mujer, simplemente, ¿No quiera tener hijos? He sido testigo de esas miradas de espanto de algunos, al escuchar a alguna amiga que a ella eso no le interesa. Déjenla, la chica tiene todo el derecho.
Particularmente, a mí, me resultaba muy difícil escuchar, sin inmutarme, cuando mis amigas me preguntaban que qué estaba esperando; y que yo cuándo; que ya se me pasa el tren; etc… cuando no tenían ni idea que yo estaba haciendo todos mis esfuerzos, pero que era mi cuerpo, el que no respondía como yo lo esperaba.
Lo mismo, y aún peor, cuando algunos familiares, entre ellos, unos tíos médicos, me explicaban alarmados lo peligroso de un embarazo tardío.
Así llegó el punto en que cada vez que veía una mujer embarazada, sentía el pecho hinchado y ganas de llorar, ‘idem’ cuando pasaba frente a algún escaparate y veía cunas, ropones, fotografías de bebés; y yo acariciaba mi vientre imaginando esta bendición… (Creo que esto nos ha sucedido a muchas de nosotras).

Es de imaginar que la idea casi empezaba a obsesionarme, y a desilusionarme también, cada vez que veía que nunca pasaba nada.
-“Deja de pensar en eso y verás”,  me dijeron varias amigas.
-“Cuando yo dejé de pensar, salí embarazada”, añadían otras.
Y sí, tenía cerca varios testimonios como ese, pero cómo no pensar y ¿qué no pensar?, cuando tienes dos días de retraso (si eres exacta) y luego ves que era falsa alarma (Falsa fiesta).
Llegué casi a convencerme -aunque una parte de mí seguía optimista- que era estéril. Y así, dejé de pensar, y  decidí olvidarme del asunto.
Hasta que: Un día, dos, tres, ¡14 días de retraso!, era demasiado;  aunado a una tenue sensación denáuseas por las mañanas y alguno que otro mareo.
De hecho estaba sugestionada, no había otra razón. Pero igual empecé a tomar ácido fólico.

¿Menopausia precoz?
Así que fuimos al médico. Cuando el ginecólogo me vio me dijo que no tenía signos de embarazo, que no habían señales en mi cuerpo; pero que de todas maneras mi hiciera una prueba de HCG , que determinaría con exactitud, si estaba o no embarazada; y bueno, que si no era embarazo, necesitaría regresar para analizar el motivo de mi retraso…(¡¡¡¿¿¿Menopausia precoz???!!!)
Me hice la prueba ese mismo día; pero si bien en algún momento hubo una ligera sospecha, -tras   el diagnóstico del doctor- ya no quedaba ni rastro de ella. Estaba segura de que era una falsa alarma. Definitivamente no estaba embarazada.

“Recuerdo bien esos días de incertidumbre cuando imaginaba que posiblemente existías… Cómo explicarlo en palabras… sólo puedo decir que mientras acariciaba mi vientre plano, sentía que el amor vivía dentro de mí; como si el mismísimo amor se hubiera materializado y estuviera anidando en mi vientre; se me hinchaba el alma y las lágrimas brotaban sin control. Era un sentimiento de felicidad único y maravilloso. Tan sólo imaginar que posiblemente tú estarías ahí, vivo, formándote de mi  sangre, era lo más maravilloso que pudiera imaginar”.

Y ahora me encontraba esperando el resultado de una prueba de sangre, con la absoluta certeza de que no estabas en mí.
Siete de la noche. Tu papi y yo, entramos a la página del laboratorio. Me habían dicho que si era menor que 5, no había embarazo. Menor que  5 y… ¡Yo tenía 26,236!
“No; debe haber algún error, debemos estar leyendo mal”. El resultado correspondía a casi 6 semanas y el doctor me había descartado un embarazo.
-“Mi amor, estás embarazada -me dijo tu papi con una sonrisa que casi no cabía en su rostro- estás embarazada. Mira, no hay duda, acá lo dice, seis semanas”.
-“¿Estás seguro?, No, yo creo que nos estamos equivocando”. - Para salir de dudas, llamamos a un amigo médico, que lo confirmó.
Lo que vino después fue una fiesta de risas, carcajadas y llantos, de abrazos y besos, de miradas, de sonrisas, de suspiros. “Una fiesta de amor que celebraba el milagro de tu existencia,… mi amor chiquito”.
“Hoy tengo mi primera cita con el doctor… Tengo tantas dudas, tantos temores; no quiero que te pase nada, quiero ser la mejor mamá del mundo”.
“Necesito saber cómo cuidarme para cuidarte, qué comer, qué no hacer”.
“Le pido a Dios  me de un embarazo sano, que llegue a buen término”.
“Tus abuelos maternos (mis papás), aún no lo saben, pero hoy, después de la cita, sabrán la maravillosa noticia. Tus abuelos paternos se enteraron ayer y están muy contentos”.

El famoso reloj biológico, hizo de las suyas.
Estoy ansiosa, esperando poder verte, ya averigüé y con suerte podré ver esa pequeña mancha que conforma tu ser.
“Y, ¿Cuál es el embrión doctor?; pregunté.
-“No hay embrión”;  fue la respuesta tajante, cortante y contundente; claro, después la arregló pero ya había metido la pata. Me metí al baño y lloré…
En resumen, ese día, tras la cita médica, tus abuelos  paternos se enteraron; supieron que necesitaba una semana más, para llegar a una conclusión final que determinara que había habido algún error en esta última prueba y que sí había un embrión formándose y que por ende, serían abuelos.
Fue una semana interminable en la que buscaba desesperadamente, no pensar…
Yo te sentía, o quería sentirte…
Pasada la semana, la doctora (muy gentil ella, tal vez porque ella sí entendía el corazón de una mujer) me dijo que no había ningún embrión, pero que eso era algo muy normal, una suerte de selección natural que le sucede a muchísimas mujeres. Imagino que a alguna que me lee, le habrá sucedido lo mismo.

Lo peor
Al día siguiente fui a hacerme el legrado. Terrible, horrible; un momento que no quisiera volver a vivir. Un momento triste, muy triste; me sentía sola atravesando ese corredor lleno de puertas con globos y flores que decían: “Es una Niña” o “Es un niño”; una vez adentro, las lágrimas no dejaban de correr por mis mejillas; llena de sondas, pruebas y más pruebas, pero lo peor, vacía por dentro.
Pasado el trance y la semana de reposo, esa sensación de vacío no se iba.
Me preocupaba, ¿Era normal sentirme tan triste?
 Empecé a navegar en internet, a leer los testimonios de otras mujeres que habían pasado por lo mismo y descubrí, que esa sensación de pérdida, de duelo, era muy normal y que sólo se necesitaba darle el tiempo que necesitaba para sanar.
Y me tomé mi tiempo y decidí entonces darme mi día de llanto para luego empezar a mirar lo bueno que había salido de esto. ¿Lo Bueno? … Sí, ahora tenía la certeza de que era una mujer fértil.
Y si bien, ahora existe cierto temor a que esto vuelva a pasar, también sé, desde el fondo de mi alma, con ese sexto sentido nuestro que nunca se equivoca, que pronto una nueva vida empezará a latir y a alimentarse con mis sueños.
Mientras tanto, no desespero y comparto esta historia,  -que muchas veces estuve a punto de borrar- porque tal vez te apoye a comprender mejor qué pasa en el alma de una mujer o porque tal vez, tú estés pasando lo mismo.
Tiempo al tiempo, y lo que ha de ser, será.

martes, 31 de mayo de 2011

Idéntico, pero nada igual...

Hace unos días, en una reunión, no sé cómo, me vi enfrascada en la clásica conversación sexista acerca de los roles en casa. Esa conversación en la que seguramente, más de una se ha visto envuelta. Que si ellos son más hábiles o nosotras. Y bueno, se vuelve más una guerrilla lúdica, que nunca deja de divertirnos y sorprendernos.

Lo cierto es, que cada quien tiene sus puntos fuertes y débiles, y no porque unos seamos mejores que otros; simplemente porque somos  hombres y mujeres; y por ende, nuestros cerebros son distintos; y en consecuencia, nuestros razonamientos ante la misma situación, pueden resultar totalmente opuestos.

Y es ahí donde empiezan las peleas y el sentimiento de incomprensión mutua; las quejas y la muerte del amor.

Hace ya varios meses, nos explicaban en un taller algunas diferencias entre los cerebros de hombre y de mujer. Si nos enseñaran eso también en el colegio, ¡Se evitarían tantos divorcios!

Imaginemos a una madre que deja a sus 3 hijos pequeños con el papá, porque necesita ir a la oficina a una reunión urgente. El papá está de vacaciones y tras las indicaciones: “Dale de comer a los niños a las 7:00 (recuerda que el bebé come sólo la papilla que está en la refrigeradora; pon a lavar la ropa (No vayas a mezclar los colores con lo blanco), revisa la tarea del hijo mayor,  y cuéntales un cuento antes de acostarse”; asegura que lo tiene todo manejado.
¿Todo?
Llega ella y él le dice que ya la dio de cenar a los niños… pero, ¿Y lo demás? Entonces él, recién lo recuerda.
Ella se molesta, él siente que su trabajo no fue valorado.

Pues resulta que la mente del hombre funciona como un sistema de cajitas separadas, que este abre, una por una, según lo que necesite. Por ejemplo, está la cajita de los deportes… ¡Famosa y odiada cajita del futbol!; o la de las finanzas, la intelectual, la de la comida, la del sexo y la del sexo… y cuando está molesto, saca la cajita de la nada.
Sí, esa que tanto nos trastorna. “¿Seguro que no tienes nada? ¿Por qué no hablas? ¿Estás molesto?”… ¿Te suena conocido?

Y es que a diferencia de nosotras, ellos se enfocan en una caja a la vez, y está perfecto, porque así son ellos; mientras nuestro cerebro tiene esas mismas cajitas interconectadas, lo que nos permite pensar muchas cosas al mismo tiempo.
Si nos molestamos, nosotras, necesitamos hablar y ser escuchadas; mientras que ellos, callarse y estar solos; lo que no quiere decir que no nos amen.

Me quiere, no me quiere…

Entonces, porqué nos hacemos siempre tanta bolas y nos empecinamos es estar en ese sube y baja emocional de ¿Me quiere no me quiere?

Acá una buena noticia: ¡¡¡No estás loca!!!

Resulta que esa cajita vacía que ellos tienen en el cerebro, nosotras la tenemos en la parte emocional.

Por eso el afán de sentirnos su prioridad… ” ¿Estuviste pensando en mi?”, le preguntamos cuando le hablamos por teléfono a la oficina y él está en su caja de trabajo, no en la de relaciones, sino en ¡La de trabajo!… Y lo ponemos sin querer en un apuro de si decirnos la verdad o lo que queremos oír.
¿Se imaginan que nos responda: “No mi amor, no pensé en ti en toda la mañana”?
Y luego, nos quejamos de la respuesta.

¡Y no es que no nos amen!

Mientras ellos buscan logros, nosotras relacionarnos, ser escuchadas.
Mientras ellos necesitan sentir que los aceptamos como son y no como queremos que sean (Ojo con eso); nosotras, sentir que somos su prioridad. ¡Por eso nos encantan los detalles! Porque, estuvieron pensando en nosotras.

Para ellos, la palabra más importante es el “Gracias”, para nosotras el “Te amo”; y es que esa cajita vacía que no tenemos en el cerebro, la tenemos en el corazón.

Y para terminar la historia; en tanto entendamos que existen estas y más diferencias y sobre todo sepamos comprenderlas, y nos sintamos valoradas mientras valoramos, manteniendo el buen humor que nos hace bellas, quién sabe que imprimamos en nuestra historia el …”Y vivieron felices para siempre”.

lunes, 30 de mayo de 2011

Y la princesa besó al sapo y éste, nunca se convirtió en príncipe…


La semana pasada, estuve en un encuentro internacional de narradores orales. Sí, de esos seres maravillosos que con sus historias nos devuelven a nuestra niña con sus cuentos.

 Me sentí una niña de nuevo, y me encantó.

Aprendí, muchísimo; y es que los cuentos son un reflejo de nuestro día a día, de nuestra manera de pararnos frente al mundo, de relacionarnos, de creer en nosotras mismas al ser capaces de innovar sin miedos, mientras creamos al personaje de nuestras historias. A ese personaje que tanto soñamos, que tanto buscamos, pero al que tanto tememos encontrar. A ese personaje, a esa mujer, a la que muchas veces auto saboteamos.

 Estoy convencida de que los cuentos nos enseñan y de que son muy importantes para el desarrollo de los niños, por algo en Grecia, el sistema de educación ideado por Platón  bautizó a la edad comprendida entre los 2 y 7 años, como la edad del cuento; en la que se enseñaría la parte psicológica y moral.
Y tocando el tema, con uno de los invitados internacionales, empezamos a conversar acerca de los  diversos tipos de cuentos y personajes  hasta que llegamos a los cuentos de hadas, en los que la bruja, la princesa y el príncipe, son infaltables invitados.
Y recordé esos cuentos en los que la bella (porque siempre es bella) princesa o a veces campesina, es "rescatada" por ese alto, apuesto, varonil, y hermoso ejemplar masculino representado por el príncipe azul.

¿Alguna vez  vieron una princesa que fuera fea y buena? Feas sí, pero siempre malas; o feas buenas que se convierten en bellas; pero feas, que sean buenas y permanezcan feas y para colmo, ¿Que se queden con el príncipe?  … Nunca.

Y qué pasa por la mente de una niña pequeña, que se ve en el espejo y se ve fea, porque se sabe fea, pero que no ha tenido tiempo aún de comprender que hay cosas mucho más importantes que la belleza física. Los cuentos de ahora sí abordan ese tipo de temas, pero los clásicos, no tanto; salvo “El patito feo”; pero cuando  eres niña, con quién te identificas más, ¿con una princesa hermosa o con un pato?

¿Se fijará el príncipe azul en mí?
Y obviamente, ¿Quién no ha soñado alguna vez con encontrar a ese hombre ideal que nos traslade al paraíso con sólo mirarnos?... (Palacio incluido) ¡Todo bien con eso!
Pero, empiezan los problemas. ¿Qué pasa cuando nuestro príncipe, resulta ser un sapo mal disfrazado? Y qué hacer cuando pese a eso, ya estamos enamoradas hasta el tuétano, tanto que nos volvimos ciegas y vemos sólo lo que queremos ver, y nos auto convencemos que las cosas serán como deseamos que sean; mientras en las noches, lloramos a solas, porque ante el mundo, mostramos siempre una sonrisa.
¿Alguien nos advirtió? ¿En qué cuento se dice que la princesa se queda con el sapo y es feliz con él así?
Nada. Seguimos convencidas de ser las protagonistas de ese cuento, que pese a haberse vuelto un drama terrible, tendrá, como en todo cuento,  siempre, un final feliz.
Me gustaría leer un cuento en que la fea sea siempre fea y decida que mejor sola que con el sapo que no te hace feliz, y que se sienta plena con su propia esencia, sin necesitar de nadie que le certifique cuánto vale.
Me gustaría leer un cuento en el que no se necesita al príncipe para ser aceptada y en el que no tengas que preocuparte por la edad o por el peso.
Me gustaría leer un cuento en el que sí valga a bien ser la bruja, si así lo quieres. Me gustaría leer un cuento que me enseñe que mis sueños sólo llegarán cuando yo sea esa princesa que tanto añoro ser y que por supuesto, antes; habrá muchos, muchos sapos por besar y corazones que remendar.